Werner Herzog habla sobre sus creaciones en el Festival de Cine de Cartagena - Cine y Tv - Cultura




Al realizador alemán Werner Herzog no le llama tanto la atención que lo tilden de maestro del cine o algo más grande. “No me llamen genio, yo solo soy un soldado”, dijo en un conversatorio en el marco de la 60 edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena que se está llevando a cabo.

Pero es muy difícil no pensar en él como uno de los grandes del cine contemporáneo gracias a una piel de talento curtida en la dirección de películas de ficción, un ojo impresionante en el desarrollo de documentales y una sensibilidad muy especial cuando se trata de contar una historia en una dinámica de tiempo y profundidad inversamente proporcional a las megaproducciones cargadas de pirotecnia visual o héroes superpoderosos.

A sus 77 años y con más de setenta producciones como realizador, además de guionista, productor y actor, Werner Herzog se define como un artesano del cine que no cree tanto en las musas para sus creaciones pero si en la vehemencia que lo embarga cuando encuentra un proyecto o una imagen que puede detonar el desarrollo de una idea.

“Sí. La inspiración viene de películas, paisajes (…) veo algo e imagino toda la película que luego voy a llevar a la pantalla grande; además ahora soy un realizador más rápido”, le confesó a un nutrido público en la charla que dio en el Ficci.

“El largometraje más reciente que hice, Family Romance LLC, que rodé en Tokyo y en japonés –un idioma que no hablo– fue una experiencia tan auténtica que muchos creen que se trata de un documental, pero la hice en 14 días y yo me encargué de todo para abaratar costos. (…) Cuando me reúno con realizadores jóvenes y escucho que me hablan de horas y horas de edición, mi corazón se arruga porque sé que están perdidos”.

Agrega que aunque Family Romance “dura dos horas y media, fue rodada en 350 minutos, no 350 horas, y se presentó en la sección de proyecciones especiales del Festival de Cannes del año pasado”, recalcó el artífice de producciones consideradas clásicos como Fizcarrraldo, Nosferatu, Cobra Verde y Woyzeck, todas con su amigo y casi némesis, el actor Klaus Kinski, de quien también habló, recordando su famosa y compleja relación de amistad.

“Él realmente me sacó estas canas verdes (bromeó). Se comportaba como un demonio y gritaba mucho, pero como yo siempre he hablado en un tono más bajito, era más peligroso que él. Recuerdo que en el rodaje de Fizcarraldo trabajamos con una comunidad indígena y una vez uno de sus jefes me dijo que me tenían más miedo a mí que al loco”, recordó.

Y es que historias de peleas, amenazas y hasta puñetazos se conocen de la relación laboral y de amistad entre Herzog y Kinski, que estuvo siempre en un peligroso borde entre la química profesional y la locura.

“Yo siempre era un peligro para él –recalca– y Kinski lo sabía, pero de hecho tengo que decir que yo soy el único cineasta clínicamente cuerdo”, asevera el realizador alemán, recordando que siempre pudo leer a su amigo/enemigo y sacar lo mejor de él, a pesar de que en su vida, Kinski fue considerado un monstruo por sus hijas Nataja y Pola.

“Pola publicó un libro (Boca infantil), en el que describió los abusos de su padre. No tengo duda de que ella dice la verdad, pero también creo que no tenemos que cambiar nuestra relación con las películas que hizo Kinski. Creo que podemos separar la bestia, el criminal, de sus logros en la pantalla grande. Tengo que recordarles que el pintor italiano Caravaggio (1571-1610) era un asesino, entonces, ¿tenemos que retirar sus cuadro de los museos?, yo diría que no.

Historias de peleas, amenazas y hasta puñetazos se conocen de la relación laboral y de amistad entre Herzog y Kinski, que estuvo siempre en un peligroso borde entre la química profesional y la locura

También se refirió al caso del productor Harvey Weinstein, acusado de abuso sexual y recientemente condenado a 23 años de prisión. Por supuesto, él debe afrontar la justicia. Todo esto demostró cómo el clima actual de la industria del cine está bastante podrido y es bueno ponerle fin a esto, en lo que el núcleo del movimiento Me Too ha sido importante”, opinó antes de centrar su charla de nuevo en su naturaleza aventurera y de su conexión con la selva.

“Siempre he tenido la curiosidad de ver el mundo, solo quiero decir que parte de mí vive en la selva. Yo crecí en una villa remota en Bavaria, que era un refugio para las personas desplazadas por la guerra y uno de mis primeros recuerdos fue el de mi madre levantándonos a mí y a mis hermanos para mostrarnos algo. Nos llevó a lo alto de la montaña y vimos a lo lejos la ciudad de Gonsenheim ardiendo. Había sido bombardeada y yo solo veía el cielo anaranjado y enrojecido, y me pregunté cómo sería ese mundo loco y fue extraño, pues mis hermanos nunca se fueron de Alemania”. Él sí.

Entre sus aventuras, rememoró sus recorridos por el mundo, haciendo también una cantidad de documentales con lo él llama la verdad estilizada, detallando de manera obsesivamente eficaz su manejo de la música en su cine. “Es horrible pavonearse, pero es verdad que nadie es tan bueno como yo con la música en el cine, en realidad soy muy bueno”, afirmó antes de recibir un caluroso aplauso.

Pero también es un campeón escribiendo guiones. “He escrito guiones en cinco minutos”, asegura Herzog, quien se prepara para hacer un taller en Leticia, a finales de abril, con cineastas de todo el mundo.

“Yo siempre les digo a esos creadores jóvenes que tomen la iniciativa, que no esperen a que la industria o Hollywood los inviten. Eso nunca va a pasar en realidad. Ustedes pueden hacer una película con calidad de cine con menos de 30 mil dólares, una película de una hora y media que se puede proyectar en pantalla grande, así como un documental se puede hacer en dos días con menos de 15 dólares con la tecnología actual”, revela Herzog, que tiene un principio esencial que siempre aplica a su trabajo: “Yo sigo diciendo, el dinero no mueve montañas es la fe la que mueve montañas”.

En su opinión las narrativas y el cine no va a desaparecer, afirma un Herzog que no tiene celular porque adora el encuentro con la gente y que hizo su primera llamada telefónica a los 17 años y rodó sus primeras experiencias cinematográficas dos años después. “No tengo redes sociales, ni usaría pantallas verdes (para crear o simular algo que no está) y si tengo que hacer Fizcarraldo de nuevo, volvería a mover un barco de verdad por las montañas como lo hice para esa película hace 38 años”.

Cultura EL TIEMPO@CulturaET

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