Hace un poco más de un mes y tras volver de un viaje a China con el Ballet Nacional de Sonia Osorio, creado por su madre, Rodrigo Obregón le dijo a este diario que el grupo estaba “más fuerte que nunca”.
Obregón fue muy feliz regresando a ese país oriental y quería contar cómo fueron las presentaciones del ballet con lujo de detalles y argumentando que seguían cosas muy buenas para el grupo que fundó su madre y que tras la muerte de esta en el 2011, él no dejó morir.
La semana pasada, Obregón viajó a Barranquilla, donde, según trascendió, se reunió con las autoridades culturales de esa ciudad, para avanzar en dos acuerdos: que el ballet de la capital del Atlántico llevara el nombre de su madre y el establecimiento de una ruta turística que mostrara el arte de su padre, el fallecido maestro Alejandro Obregón.
En esa ciudad fue internado en la clínica Portoazul, donde falleció este miércoles 25 de septiembre debido a un “shock séptico de foco pulmonar secundario a neumonía y enfermedad metástasica a hueso secundaria a cáncer de próstata”, según informó la entidad.
Rodrigo Obregón y Jessica Álvarez.
Foto:
Vanexa Romero / EL TIEMPO
Obregón Osorio siempre estuvo orgulloso de sus padres, pero su necesidad de hacerse a un nombre lo llevaron a dejar Colombia muy joven, para establecerse en Nueva York, donde estudió actuación y se pulió como bailarín explorando ritmos modernos, pues lo tradicional se lo había dado la maestra Sonia Osorio.
“Yo bailé en las primeras giras internacionales del Ballet y en mi recuerdo están esos escenarios llenos aplaudiendo a mi mamá”, le dio a este diario hace poco.
“Me fui muy joven a desarrollar mi carrera en Estados Unidos, como director y actor, y mi residencia está entre Colombia y Los Ángeles”, decía.
Padre de cuatrillizos, tres niñas y un niño, de 7 años, nacidos de su relación con la sicóloga María Angélica Guzmán, hizo parte de la fundación Colombia Herida, entidad que ayudó a crear, y fue un activista en pro de los militares y policías heridos en combate.
De hecho, antes de casarse, pasaba la navidad y el año nuevo en alguna montaña de Colombia con un pelotón que estuviera a cargo de la seguridad de una zona del país.
Con anterioridad, conseguía una buena cena que era donada por alguno de los restaurantes bogotanos más elegantes, cuyo chef decidía donar no solo su comida sino también su tiempo sirviéndoles a estos servidores del país que pasaban las fechas lejos de sus familias.
Rodrigo Obregón, actor y activista.
Además, con sus conexiones en el mundo de la televisión, siempre conseguía que alguna bella modelo o actriz acompañara a los soldados para darles ánimo.
Obregón fue un activista convencido y muy cercano al gobierno al ex presidente Álvaro Uribe. En los momentos más difícil de la violencia en Colombia, en los inicios de este siglo, volvió al país no solo para hacer dos telenovelas, ‘Carolina Barrantes’ y ‘Ay, cosita linda’, sino para ponerse el uniforme militar en caso de ser necesario.
De hecho, en el 2003, tras la explosión de la bomba del Club El Nogal en Bogotá, Obregón y el también fallecido músico Rafael Escalona, llegaron al lugar para auxiliar a las víctimas.
En el cine hizo más de 40 películas y compartió con figuras como Franco Nero, Bo Svenson, Ernest Borgnine y Arnold Schwarzenegger. Participó en varios filmes de acción, siendo ‘Daño colateral’, del 2002, el más famoso. También actuó en películas de bajo presupuesto como la que produjo Andy Sidaris. En Colombia, además, es recordado por su personaje de Anastasio Espuelas en la serie ‘Escalona’.
Nacido en Montelimar, Francia, por accidente, fue barranquillero de corazón, bogotano por adopción y por su carrera, y estadounidense por lo organizado que era con su vida, y porque en ese país pudo llegar al mundo del cine.
Guardián, también, del legado de su padre, podía verificar muy rápido la autenticidad de un Obregón que estuvieran ofreciendo en subastas y por internet. De hecho, varias veces recurrió a la justicia para desenmascarar a ladrones de arte.
Se fue el hombre que decía que bailar era lo mejor del mundo y que le agradecía a su madre cada paso enseñando. “Bailar es la mejor forma de acercarse al otro”, afirmaba.
CULTURA
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